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Gratitud y comportamiento Pro social

Foto del escritor: Barbara MoyaBarbara Moya

Hace unos días tuve un insight acerca de la gratitud: Era el final del día, mi hija ya estaba dormida y había estado esperando todo el día para ponerme al día con un seminario online disponible solo por 24 hrs. de un tema que me encanta y me sirve además para mi trabajo como psicóloga (cumplía con todos mis criterios prioritarios o así se sentía). Pensé "¡al fin!". Iba entrando al escritorio, todo listo. Y mi pareja en la habitación del lado me pregunta si voy a bajar, si le podría traer un vaso de bebida.


Lo primero que pensé fue NO fuerte y claro en mi mente, lo dije suave pero firme --ya encaminada a la rehabilitación de patrones de complacencia pensé con cierto orgullo. Me senté para comenzar, y ahí conecté con la gratitud que siento por mi pareja, como me ha cuidado y "regaloneado". Y baje a buscar el vaso de bebida. Cuando se lo pasé en tono de broma me dice: "espera....sabe a....mmmm... culpa" y se ríe. Y le dije "no, es gratitud" mi primera respuesta fue un "no" sin contexto, sin consciencia. Primando mi defensa y derecho a decir no, aka, mi ego.


Luego le dije: "recordé todo lo que me has cuidado y apoyado, y qué es un vaso de agua con todo lo que has estado para mi". Lo tomó, me miró seriamente --con cara de enamorado debo decir. Y fiel a su estilo me dijo "mmmm culpa" y se río.


Me quedé pensando, hace años que estuve buscando el motivo de la existencia de la culpa. Algo que me ha estado dando vuelta, y por observación sólo podía decir "debe existir para fomentar el cumplimiento de un contrato social para impulsar conductas pro sociales, aunque me gustaría que fuese de otra manera". Y hace unos días encontré la respuesta, no hay necesidad de culpa.


Podemos elegir la gratitud. Más frecuente de lo que pensamos, le entregamos poder a nuestra mente racional, a nuestro ego. Deshumanizándonos a nosotros mismos y a otros como objetos de transacción. Olvidamos a la persona y buscamos un resultado, que nuestro anhelo se satisfaga y punto ¿Y para qué? es una calle sin salida, no te permite avanzar, no te permite crecer, da una sensación de aislamiento en relación a otros, ni siquiera produce goce. Y la culpa se enseña como táctica manipulativa desde pequeños para lograr que otro haga lo que queremos que haga para nosotros. Vuelvo a preguntar ¿para qué?


La culpa realmente no tiene sentido, es un patrón aprendido y replicado por generaciones que atraviesa incluso culturas, a veces se disfraza de gratitud, pero si no se siente bien, sabemos que no es gratitud.


En cambio el cultivar amor en otros, el entregar amabilidad, sonrisas, autenticidad, permitiéndote ser falible, dando permiso a otros para ser imperfectos cuando tu te atreves a serlo también. Genera gratitud, y reciprocidad, un sentido de camadería, de ser parte de algo más grande, de vernos como humanos y no como objetos de transacción.


Celebremos la gratitud, accionemosla activamente. Cuando sintamos culpa, entrenemos nuestra mente a ver a la persona y evocar la gratitud. Incluso las personas que nos han hecho daño, nos muestran algo, no enseñan algo y podemos sentir gratitud.


Al final del día, nada es personal, todos queremos vivir plenos y felices ¿Porqué no mejor apoyarnos?




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